martes, 12 de abril de 2016

10.- CAÑADA -CAMPILLO DE AZABA (10-04-2016) 20 KM.



      Llegó el día de la temida etapa a Campillo de Azaba, prueba definitiva para saber si algunos podremos hacer la media maratón de Ciudad Rodrigo. Había sido pospuesta en varias ocasiones por el miedo que padece Angelito a las tormentas. En esta ocasión Yayo no dio su brazo a torcer y llegaríamos a Campillo sí o sí (la expresión "sí o sí" es ambos con tilde, ambos afirmativos y es una chanza consistente en cambiar la respuesta binaria/lógica: sí o no). Vamos llegando a las 10 a la puerta de Quique (que hoy se cae de la lista por tragón), Yayo, Angelito y su cuñado José (a partir de ahora tostona), Javi y por último Bego. Hoy el día está muy desagradable, gris muy oscuro, llovizna, frío y mucho viento. Iremos en coche hasta las piscinas del campo de tiro donde iniciaremos la carrera. Antes había salido Paquito (iba sólo porque Paco a última hora decide no salir, como Quique, por tragón) andando para realizar la misma ruta, pero decide regresar a base debido a la adversidad meteorológica. Hoy el día para correr es sólo para valientes, por eso una vez captados los satélites pertinentes comenzamos la carrera.

       De manera extraña, Javi y yo antes de salir ya nos quedamos atrás, su reloj no se inicia, el botón de arranque se le ha metido para adentro y no es capaz de pulsarlo. Por fin encuentra un palito con el que pulsa el dichoso botón, algo muy raro. Los demás ya habían tomado ventaja, así que desde el inicio cerrando el pelotón. 
        El aire soplaba muy fuerte y lo recibíamos de frente, apenas podíamos avanzar, la resistencia era enorme. A los 2 km. Javi ya se empieza a derrumbar, dice que ha desayunado un café y que le ha sentado muy mal, me dice que nos deberíamos dar la vuelta, que el día no está para correr, que hace mucho frío, que llueve, que hay muchas piedras, que ¿dónde vamos?, en fin, de tanto protestar no se ha dado cuenta de que nos hemos plantado en el km 4 y que Yayo y tostona han vuelto a buscarnos. Bego y Angelito siguen primeros y a bastante distancia. El camino transcurre entre fincas desarboladas, el abrigo es nulo y seguimos recibiendo el viento y la lluvia sobre nuestros torosos cuerpos (Del lat. torōsus 'musculoso'. Fuerte y robusto). El firme es de arena endurecida, salpicado de pequeños charcos y a veces un manto verde de hierba que da gusto pisarlo, los pies lo agradecen. En el km 5 llegamos a la primera subida, son cortas rampas, pero muy empinadas, aquí el suelo es más abrupto, piedras pequeñas pero sueltas que dan inseguridad y regateras formadas por el agua que ponen en peligro nuestros tobillos. Yayo y tostona siguen dando la vuelta de vez en cuando para ver que tal vamos nosotros. Seguimos con mucho viento y la lluvia arrecia, aún recibimos las inclemencias de frente, afrontamos ahora otra de las rampas, en esta ocasión más larga, ya no vemos a los demás, subimos a un ritmo lento pero firme. A lo lejos vemos a Yayo y tostona en un alto, lo que nos indica que el desnivel en el que nos encontramos es importante, pasamos al abrigo de un pinar que agradecemos. Sobre el km. 8 llegamos a una encrucijada y sin saber muy bien que hacer decidimos contiuar por el camino de la derecha, siempre orientándonos hacia Campillo. El primer objetivo está en el km. 10, el monolito de la fotografía que preside la presente crónica. 

El bodonés de la bicicleta

No sabemos si vamos por el camino correcto,  en este momento de desconcierto se nos abre el cielo, pues vemos a un paisano (por la pinta bodonés), decidimos acercarnos y preguntarle si vamos por el camino correcto, al aproximarnos no me lo podía creer, "el tonto del pueblo", no había visto pasar a nadie, no sabía si ibamos bien, en fin seguimos corriendo y lo dejamos atrás (yo aceleré pues vi un bulto sospechoso que llevaba en la bicicleta, podría tratarse de la motosierra, siempre hay un tonto de la motosierra que corta todo lo que encuentra, así que le dije a Javi que acelerara). Por fin subimos la que sería la última cuesta y vimos en esta ocasión a Yayo y a Angelito venir hacia nosotros, nos indican que ya hemos llegado al monolito y que se acabó lo difícil. Así fue, continuamos por el camino de la derecha que nos llevaría a la carretera de Campillo. Bego y tostona no han parado y van muy distanciados. 
      Ahora hacemos un grupo los cuatro y seguimos corriendo por un terreno muy favorable y más resguardados. Angelito hace un poco el tonto con las vacas, llamándolas y éstas ni caso (de ahí la expresión "como las vacas al tren"). Corremos en arena durante 3 km. y llegamos a la carretera. Ahora todo es descenso, estamos a unos 6 km. de Campillo. Yo espero a Yayo que está hablando por teléfono y Angelito y Javi siguen ya muy distanciados, iniciamos un descenso muy brusco que me viene muy bien para recuperar, el ritmo ahora es más rápido, le digo a Yayo que tire que yo voy bien, engancha con Angelito y entre medias queda Javi. Llegamos a la recta final (recta larga y cansina) que nos conduce al cruce de Campillo, viene a buscarme Yayo y Angelito, y Javi entra en el pueblo. Llegamos a Campillo en 2 horas y 10 minutos interminables, pero conseguido.
Ya en Campillo


            Atrás quedaron kilómetros de sufrimiento, pero que olvidamos con el orgullo de haber realizado una carrera tan dura, larga y arriesgada. Etapa para repetir (absténganse aficionados). En el bar de Vicente refrigerio y pincho, yo del esfuerzo no puedo comer nada, pero los demás se ponen tibios a tocino, tortilla y jetas.

Haciendo amiguitos en el pueblo (son dos carneros, los del fondo)

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